viernes, 28 de octubre de 2011

El Gato, por siempre El Gato

Nota publicada en la edición número 5 de la Revista Foot Fault (CLICK AQUÍ)


Repaso y análisis de los momentos más importantes en la carrera de Gastón Gaudio, quizá el tenista más querido y más odiado en la historia de la era abierta. El talento, la Davis, el título en Roland Garros y mucho más.


Muchos dicen que el éxito en el tenis depende de la cabeza. Otros piensan que sin actitud y templanza no se llega lejos. Se sabe que llegar es complicado y que requiere de un gran sacrificio. Pero, claro, una vez que el tenista ingresa en la elite mundial, también debe aprender a mantenerse. Y ahí es donde la mentalidad cobra un mayor protagonismo.

Desde hace unos años se instaló el paradigma de la preparación física, el que promulga que con el talento innato ya no alcanza, el que sostiene que gana quien se puede bancar cinco sets a máxima intensidad. En ese contexto, pareciera que los Nadal y los Monfils se comieron a los Federer, los Gasquet y los Baghdatis a partir del poderío de la potencia. ¡Nada más lejos de la realidad! Los últimos, los que apuestan a la osadía por sobre los golpes convencionales son los que, a fin de cuentas, marcan la diferencia y consiguen cosas realmente importantes.

Quizá no haya tenido la regularidad de Federer -de hecho, nadie en la historia la tuvo-, pero a Gaudio le alcanzó con el talento para mantenerse durante dos años en lo más alto. Magia. Talento. Sutileza. ¿Cuántas cosas se dijeron? ¿Cuántas cualidades puede tener un tenista? Gaudio las tenía todas, y lo dejó en claro durante sus años en el circuito. Ese talento natural le garantizó dos temporadas en lo máximo.

No encontró la armonía necesaria y no fue lo suficientemente regular como para seguir ahí arriba por un tiempo más. Quizá tampoco lo quería. Nadie lo sabrá jamás. Lo que sí se sabe es que, desde varios puntos de vista, el Gato dejó su huella en la historia grande del tenis.

Comencemos por los resultados. ¿Cuántos tenistas se anotaron con un título de Grand Slam? Nada más que 51 -el último fue Del Potro-. 51 tipos levantaron un título grande, de esos que todos algún día sueñan con ganar. Gaudio consiguió ese que todo tenista argentino quiere: Roland Garros, el prestigioso Abierto de Francia, el trofeo de los Mosqueteros, el mundial de polvo de ladrillo.

“Sólo dos argentinos tenemos esa copita en la repisa: El que inventó el tenis (Vilas) y yo”, dijo alguna vez el Gato, colocando en segundo plano las polémicas que generó la final de película que le ganó a Coria en París. Y no sólo eso, ganó el torneo cuando estaba 44° ATP. Es decir, ni siquiera era preclasificado, pero se convirtió en el segundo jugador con menor ranking en triunfar en Francia (después de Kuerten en 1997).
Nadie puede desmerecer ese logro, sobre todo si se toman en cuenta los cruces previos a la final. En el comienzo, Gaudio se quedó con dos partidos consecutivos jugados a cinco sets. Primero venció a Cañas en dos días diferentes –suspendido por falta de luz-. Después, al 14° del mundo, el checo Jiri Novak, un hueso siempre duro de roer.  Él sabía que era su momento, y lo aprovechó. Barrió a Hewitt en cuartos y a Nalbandian en semifinales. En lo previo al match decisivo, se vio un Gaudio lleno de confianza y pleno tenísticamente.

 El Gato levantó la Copa de Roland Garros en 2004

“Que la final haya sido con Coria equiparaba las cosas. Él era imbatible en polvo, y a priori era super candidato. Pero la pica que había entre nosotros emparejó las cosas. Si hubiera sido con otro, no sé si ganaba”. El mensaje, siete años después, fue claro. Nada más que agregar. Al margen, también obtuvo otros siete títulos y alcanzó una semifinal en el Torneo de Maestros. Fue 5° del mundo y disfrutó de sus momentos de gloria.

En lo que concierne a la personalidad, hay varias opiniones. Un mito conocido dice que pensar demasiado genera más preguntas que respuestas (sino pregúntenle al ‘filósofo’ Janko Tipsarevic). El tenista tiene mucho tiempo libre, quizá más de lo recomendable. “Cuando pensás demasiado, te das cuenta de que extrañás a tu familia, a tus amigos, y te preguntás si realmente la vida del tenista vale la pena. Ahí es donde más te distraés y peor jugás”, había explicado Gaudio, tras algunos malos resultados. Quizá el pensar demasiado también lo haya llevado a perder partidos increíbles, como con Hewitt en Montecarlo 2004 (estaba 6-1 y 4-0, pero terminó perdiendo) o Ferrer en Roland Garros 2005 (ganaba 4-1 en el quinto set y lo perdió 6-4). Pero dicen que la vida nos da por un lado lo que nos saca por el otro.

Gaudio se alejó del circuito durante un tramo del año 2006. “Estuve dos años entre los 10 mejores del mundo y nunca tuve ni diez días de vacaciones. Lo nuestro es presión, presión y más presión. Nunca disfrutamos cuando nos va bien porque ganamos un torneo y enseguida tenemos que pensar en el que empieza al día siguiente. Es todas las semanas lo mismo. Yo necesitaba descansar, parar un poco para poder disfrutar”, dijo.


También fue objeto de muchas críticas, tal vez más de las que hubiera merecido. En Málaga, cuando Argentina cayó en semifinales de la Copa Davis 2003, Gaudio fue el más apuntado del equipo. Claro, perdió el primer punto por paliza con Ferrero, 1° del mundo y último campeón de Roland Garros, en su casa y sobre polvo. Y perdió también el quinto con Moya, ex 1° y también campeón en París. Quizá si Calleri no hubiera vapuleado a Ferrero en el cuarto, las críticas habrían sido mucho menores. Ganó el menos esperado, perdió el que tenía que ganar. Al fin y al cabo, vencer a una España local compuesta por tres campeones y un finalista de Roland Garros (Ferrero, Moya, Costa y Corretja) no es fácil para nadie. Más allá de todo, fue Gastón quien había ayudado a que Argentina ascendiera un par de años atrás -tiene un record total de 13-3 en singles-.

En Buenos Aires 2005, cuando ostentó por primera vez en Argentina su título en Francia, la gente lo recibió de la mejor manera. La prensa le preguntó a qué Gaudio venía a ver el público, y él respondió con sinceridad: “Al campeón de Roland Garros, al que mataron después de perder en la Davis de Málaga y al que ayudó a que Argentina ahora esté en el Grupo Mundial”. Dos años más tarde, también en Buenos Aires, se despidió del torneo de una manera muy distinta: “Los que me silban son los mismos que me aplaudieron en 2004”. No es mentira, entonces, que la gente tiene poca memoria.

Cambia, todo cambia. Y más en tenis. Un día estás allá arriba y al otro tocás fondo. Gaudio lo sabe perfectamente. Pero también sabe que será recordado. Para siempre.

Por @amalfitanopablo

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